Puede que estés atravesando por un momento difícil, que estés sin trabajo, que no vaya bien tu negocio, que no goces de buena salud en este momento, que estés llorando la pérdida de alguien, o que simplemente las cosas no estén marchando bien, etc. O por el contrario, puede que estés atravesando un buen momento, que estés con un buen trabajo, que goces de buena salud junto a tus seres queridos, que tu negocio esté creciendo, o simplemente las cosas van por buen camino.
Es posible que en nuestra mente juzguemos estas cosas que nos pasan como momentos buenos o malos que vivimos. Pero, realmente son momentos ¿buenos o malos?.
Cómo es que llegamos a la conclusión de que algo es bueno o malo.
Permíteme contarte una historia que me enseñó a entender porque nos referimos como bueno o malo a los sucesos que vivimos.

Hace muchos años en un reino lejano, un anciano padre observaba como su hijo era feliz domando a su caballo, al cual amaba y cuidaba mucho.
Al día siguiente, muy temprano el hijo fue a buscar al caballo para iniciar la rutina diaria, cuando se dio con la sorpresa que su caballo no se estaba, se había escapado.
El hijo quien después de muchos esfuerzos por buscarlo no lo encontró, estuvo muy triste por su pérdida.
El anciano quien observaba el dolor de su hijo recibió la visita de su vecino quién le dijo:
– Que pena por tu hijo, quien diría que su caballo se podía extraviar, seguro debe estar sufriendo mucho.
El anciano le respondió: “no sé si sea bueno o malo”.
Tres días más tarde el caballo regresó con una yegua hermosa, su hijo estuvo muy feliz y contento porque ahora tenía dos caballos a los cuales cuidar.
El anciano estaba muy contento también, cuando se acercó su vecino y le dijo:
– Que suerte la de tu hijo, ahora tiene dos caballos a los cuales cuidar.
El anciano le respondió: “no sé si sea bueno o malo”.
Una semana más tarde, el hijo tratando de domar a la yegua, sufrió un accidente y se rompió la pierna, obligándolo a estar en reposo absoluto por indicación del médico.
El anciano regresaba a casa, cuando se acercó su vecino y le dijo:
– Que pena el accidente de tu hijo, ahora estará incapacitado y tendrá que estar en cama varios meses.
El anciano padre le respondió: “no sé si sea bueno o malo”.
Dos meses más tarde el Reino entró en guerra y reclutaron a todos los jóvenes para servir al ejército en batalla. Llevándose al hijo del vecino y quedando exonerado el hijo del anciano por la lesión que le impedía moverse.
Al cabo de unas horas el vecino fue a buscar al anciano al cual le dijo:
– Mi hijo se ha ido a la guerra quién sabe si vuelva a verlo con vida, y que buena suerte que el tuyo no pueda ir por su accidente.
El anciano lo miró y le respondió: “no sé si sea bueno o malo”.
Unos meses más tarde el vecino fue informado que su hijo había muerto en batalla, hecho que ocasionó mucho dolor e inmediatamente fue a contarle con lágrimas en los ojos al anciano a quien le dijo:
– He perdido a mi hijo en la guerra, que suerte la tuya que aún conservas contigo a tu hijo.
El anciano le respondió: “no sé si sea bueno o malo”
Esta historia nos enseña que realmente no existe “lo bueno” o “lo malo”, estas dos palabras son juicios subjetivos, muy característico de las personas cuando buscan explicar el porqué de las cosas, las cuales muchas veces no están bajo nuestro control como los accidentes, eventos fortuitos, el contexto, la política, etc.
Por ello, no es posible determinar si algo es bueno o malo. Solo podemos elegir hacer las cosas correctas e incorrectas y de esa manera estar tranquilos con nuestra conciencia y vivir en armonía.
Nadie puede predecir exactamente el futuro, sólo podemos estar seguros que toda causa tiene un efecto, que toda acción genera una reacción o consecuencia; en base a ello asegurémonos que nuestras causas y acciones sean las correctas para tener una vida virtuosa.
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